Conflicto agrario deja sin clases a niños Chimalapas
Los deficientes servicios públicos en San Antonio, agencia de San Miguel Chimalapa, han complicado la vida de los habitantes de esta población que desde hace más de 60 años pelea por su territorio.
En relación al servicio educativo, Tomás García Jiménez, agente municipal, señaló que se suspendió desde que se realizó la detención del talamontes chiapaneco Ángel López, para no poner en riesgo a los niños ni a los profesores, aunque las clases se normalizaron después del movimiento.
"Desafortunadamente también los niños salen afectados con el problema agrario porque se suspenden las clases el tiempo que se activa el conflicto, por eso la necesidad de reforzar la educación”, sostuvo.
Agregó que se está analizando en asamblea que los maestros cumplan con los cinco días de clases a la semana, ya que sólo cumplen con cuatro.
“Ya el conflicto terminó y nosotros en la comunidad los apoyamos, pero ya es tiempo de que cumplan con la semana de clases y con el calendario", dijo. "Ojalá y se logré un buen acuerdo por el bien de los niños".
En materia de salud, aunque se cuenta con un médico de planta, se sufren carencias como la escasez de las medicinas.
En emergencias o ante operaciones de gran dificultad, los habitantes tienen que bajar hasta la población de Tapanatepec para la atención de primer grado, lo que se dificulta por las malas condiciones del camino.
Son más de 40 kilómetros de una brecha no asfaltada, que en temporada de lluvia se deteriora y deja zanjas que atascan los pequeños vehículos, por lo que cada año la vía que conecta a la zona oriente de Los Chimalapas con la carretera federal Panamericana queda maltrecha.
“Hemos solicitado que nos arreglen el camino, porque está en pésimas condiciones y eso dificulta el rápido traslado de los enfermos en vehículos particulares".
"Tenemos lo necesario en la clínica del pueblo y tenemos un médico capaz, pero nos urge un servicio más grande. Además de que el servicio de transporte es muy caro para trasladar a enfermos”, explicó Tomás García Jiménez.
El abasto de alimentos también se ve afectado porque los comerciantes que suben a surtir al pueblo no se arriesgan a llegar o limitan a una vez por semana su presencia para evitar también ser retenidos o afectados con la violencia.
Y aunque desde hace un año tienen ya servicio eléctrico después de 15 años de solicitarlo, la energía se suspende cada vez que hay tormentas y fuertes vientos, porque se caen los postes y la CFE tarda hasta 15 días en subir a repararlos, por lo que se quedan sin luz.